10-Mendoza, en Argentina al otro lado de Los Andes bajo la mirada del Aconcagua

El paso de Los Andes de Chile a Mendoza (Argentina) bajo la mirada del Aconcagua (24, 25 y 26 de octubre de 2013)

La salida hacia Mendoza, en Argentina, arranca desde Santiago de Chile buscando el Paso de Los Libertadores. Río Aconcagua, aguas arriba, el recorrido se va plegando a la cordillera andina y las nieves de sus cumbres. Las montañas parecen asaltar el camino con sus rocas oscuras y las aguas dejándose descolgar por las laderas en pequeñas cascadas. Toda el intenso verde de la vegetación y la frondosidad de los bosques y arboledas van cediendo ante el empuje de las alturas. Curva a curva y rampa a rampa, la carretera se iza a lo más alto de la cordillera hasta cambiar de vertiente. El Aconcagua, entonces, se intuye a nuestra izquierda detrás de las nubes que lo envuelven y el frío se hace más intenso, pese a la primavera, cuando intentamos pasar la frontera.

Al otro lado de los Andes, todo continúa siendo altura que parece insalvable, pero el colorido cambia y la aridez, sequedad, los colores y las formaciones erosionadas del lado argentino contrastan fuertemente con las alturas recortadas, oscuras, nevadas y verdes del lado chileno con sus viñedos en la parte baja de intenso verde claro.

No son comparables las dos bellezas únicas de los Andes. Ambas seducen y atraen. Lo que resulta un sinsentido es la frontera. Un celo enfermizo y lamentable en el control de aduanas hace que pasar pueda llevarte más de tres horas de trámites y esperas. Las condiciones son tercermundistas y algunos funcionarios exhiben una prepotencia injustificable. Algún policía jovencito siente tentaciones fascistoides y el trato raya lo vejatorio. Sin perder la falsa sonrisa y la amabilidad forzada, te llevan de un lado a otro en fila india, dan explicaciones en tono intimidatorio sobre las condiciones para pasar, tiran de actitudes paternalistas y siempre dejan claro que los que mandan allí son ellos y que a ti te toca obedecer. Inexplicable.

A cierta distancia de la ciudad de Mendoza el río del mismo nombre se abre camino por un valle amplio y dejamos a nuestra izquierda un lago. En mitad del seco semidesierto en que se asienta la ciudad, todo aparece verde. Los viñedos que nutren las cubas que hacen los excelentes vinos de Mendoza aparecen bien trabajados, y la ciudad es verde y arbolada. Todo ello se debe al uso inteligente del agua para el riego y la limpieza de la ciudad, por la que corren canales en prácticamente todas sus calles.

El trazado de este oasis en medio de la aridez de la planicie que vigilan las cumbres nevadas de los Andes es sencillo y práctico. Alrededor de la plaza principal de La Independencia, de manera geométrica, se distribuyen las demás calles formando una malla. A la misma distancia de la Plaza Independencia, rodeándola, hay otras cuatro plazas más pequeñas que forman un cuadrado perfecto con la referida plaza en el centro. Son la Plaza de España, Plaza de Chile, Plaza de Italia y Plaza San Martín. Destaca, por su original sabor andaluz de azulejos en bancos, monumentos y fuentes, la Plaza de España, que cuenta, además, con un bello diseño de farolas y la fuente central. El suelo recoge entre las baldosas la reproducción de los escudos de las provincias españolas y todo evoca el estilo de su homónima sevillana. No es hacer de menos a las demás ni me mueve ninguna clase de chauvinismo a la hora de hacer este comentario.

Pasear en el autobús turístico por Mendoza es el mejor modo de hacerte una idea rápida y global de lo que es la ciudad y sus estupendos parques que cuentan con miles de árboles de diferentes especies y un gran estanque o lago para actividades deportivas y recreativas, además de otro parque con arbolado autóctono y dedicado a los aborígenes.

Las bodegas de Mendoza se encuentran a varios kilómetros. Visitarlas es una buena opción, pero si encuentras la ocasión de tomar parte en alguna degustación de las que se organizan en la ciudad, tal vez sea suficiente para hacerse una idea de la variedad y calidad de los caldos que se producen en la región. Este fue nuestro caso. Por la tarde pudimos participar en una cata de vinos de uva malbec organizada en una vinoteca. Conversamos con el gerente del área comercial, Francisco Torres, conocedor de España y con familia en Baleares, y nos explicó con verdadera pasión el proceso de producción y las características de esta uva argentina originaria de Europa. La buena adaptación en América de esta cepa hace que en Mendoza se elabore un vino malbec extraordinario en las bodegas Otaviano con la marca Penedo Borges. Una tarde muy grata que terminó en la noche de teatro, un espectáculo cómico a cargo de dos actores en un bar de la calle Buenos Aires. En el local, mientras se sirven cenas y bebidas, en un ambiente abarrotado de gente, bastante bohemio y aún más decadente, desgranaron sus escenas repasando de manera irónica algunos de los aspectos de las costumbres argentinas, que vienen a ser las de cualquier país del mundo en lo que se refiere a las relaciones humanas.

Saliendo de Mendoza, en un recorrido en autobús de un par de horas se llega a Cacheuta y sus termas al aire libre. La primera impresión no es muy buena a la vista de los accesos a base de tendejones para merenderos o las cubiertas de lona y plástico de las primeras piscinas. Pero al otro lado, sobre una ladera que cae sobre el río Mendoza, de estrecho cauce y poco caudal en este tramo del río, se suceden una serie de terrazas con piscinas de aguas de diferentes temperaturas que concluyen en una gran piscina circular central rodeada por un largo canal de agua más fría que puede recorrerse nadando. Fuerte sol y riesgo de quemarse sin darse cuenta.

Al baño le sigue  una buena comida, aunque exasperante por la lentitud del servicio. El restaurante es la antigua estación de tren y el dueño, que hace un par de años volvió de España y que –según dijo- añora el ambiente y los amigos dejados allá, nos atiende con devoción, aunque también con la tardanza que impone el cocinar los platos al instante, y tiene un libro de Miguel Hernández entre los que cuelgan de las ramas de un árbol en la parte aterrazada del restaurante.

Pasear por la noche por Mendoza en estos días de primavera es muy agradable, equiparable a las mejores temperaturas veraniegas, pero sin calores sofocantes, de muchos lugares de España.

Y volver hacia los Andes, el complicado paso fronterizo de Los Libertadores y alcanzar la capital de Chile, Santiago, es lo que nos quedará después de esta noche última de Mendoza.

Julio González Alonso

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4 comentarios en “10-Mendoza, en Argentina al otro lado de Los Andes bajo la mirada del Aconcagua

  1. Querido Julio:
    Te prometí que leería tus trabajos porque sí, porque me encantan. Lo hago cuando puedo. Sin orden. Allí en donde se para el puntero del ratón, me planto. Hoy le ha tocado a Mendoza. Es curioso: precisamente dentro de un rato me voy al cumple de un nieto político argentino. Además de los hijos de este nieto -que son mis bisnietos- tengo otra nieta nacida en Buenos Aires por imperativos del trabajo de su padre.
    En la comida les preguntaré cosas sobre Mendoza y te comentaré si coinciden con tu magnífica descripción del lugar. Estoy segura de que mi hija y su marido -andariegos empedernidos- en los dos años que vivieron en Argentina disfrutaron de sus bellezas más que los naturales del país, a pesar de tener su primera hija recién nacida.
    Por tus escritos observo que eres un viajero impenitente. Mi maldito miedo a las alturas fue la razón que me impidió conocer más mundo. Hoy, que mi mayor placer es viajar en avión (“tarde piaches”, se dice en Galicia), me cuesta más tomar decisiones.
    Por la noche te cuento.
    Salud

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    • Amiga Carmen:

      Espero que tu hija y su marido ratifiquen mis impresiones sobre Mendoza y sea una buena ocasión para que te descubran aspectos que me habrán pasado inadvertidos en mi breve visita. Me gustaría, si es así, conocerlos si tienes a bien compartirlos conmigo. Muchas gracias por todo.
      Salud.

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